jueves, 3 de julio de 2008

Capítulo III: Lucía

Por su parte, Lucía había sido una brillante estudiante de Derecho, merecedora de varias becas y que había hecho algún curso en el extranjero. Su vida siempre había girado en torno a su carrera, de manera que tenía fama de fría y distante con los hombres.

En el tiempo en que Marcos había comenzado a tocar en Valkiria, ella se había dedicado a buscar un trabajo acorde con su premio especial de licenciatura, conseguido al terminar su brillante carrera. Después de plantearse la posibilidad de hacer unas oposiciones que le permitieran ser funcionaria para el resto de su vida, había conocido a un joven, llamado Daniel, sobrino del afamado abogado Fernando Bermúdez. Daniel estuvo bastante tiempo persiguiendo a Lucía, hasta que ella aceptó salir con él e iniciaron una relación que duraría hasta el momento en el que Lucía se dio cuenta de que Daniel no sólo estaba por debajo de lo que ella merecía, sino que estaba por debajo de lo merecía cualquier mujer. Para cuando llegó ese momento, Daniel había conseguido que su tío aceptara contratar a Lucía a modo de prueba, creyendo que cuando ella dijera que quería cortar con él, su querido tío cobraría la justa venganza y ella acabaría en la calle. Pero las enormes aptitudes de Lucía, los tres idiomas que hablaba y su encanto personal hicieron que no sólo Fernando Bermúdez no la echara, sino que la convirtiera en asociada y en pieza imprescindible de su equipo, de manera que Daniel se quedó con cara de imbécil y con bastante resentimiento hacia su tío y hacia Lucía.

Desde entonces ella había empezado a consolidar su imparable carrera como abogada especializada en temas familiares, así que no es de extrañar que su vida girara de manera casi exclusiva en torno a su trabajo, con alguna esporádica relación sin demasiada importancia que sólo le hacía preguntarse si realmente había algún hombre que cumpliera lo que ella esperaba.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola
Niño, los capítulos son demasiado cortos.
Te odiamos.
Queremos más.
Un bico
Diana

Álvaro dijo...

engancha